
Al año siguiente di otra vez el salto de Latinoamérica al continente asiático para visitar de nuevo la región de Orissa, esta vez con Mati. Contacté de nuevo con Sanatan, para realizar un viaje similar al anterior con algunas pequeñas variantes, aunque de entrada ya me avisó que nada de ir al poblado Katamguda de la tribu Bonda, donde hace unos semanas habían matado allí a unos turistas y el gobierno había prohibido terminantemente todas las visitas. Lo cierto es que en años posteriores estuvo prohibido fotografiar esta tribu y los Dongoriya Khonda. Así que no tuvimos más remedio que hacer las fotos en el mercado con sumo cuidado.
Un viaje de doce días, desde Bhubaneswar, capital del estado, donde nos recogió Sanatan para hacer noche allí y al día siguiente iniciar el circuito. Habíamos perdido la maleta en el aeropuerto de Delhi, en realidad llegó con un día de retraso, la reclamamos desde Bhubaneswar, pero no la enviaban teníamos que volver a Delhi por ella, lo cual nos iba a suponer la pérdida de dos días de viaje y los consiguientes gastos. Así que optamos por comprar lo imprescindible para hacer el viaje, ropa, cosas de aseo, lo peor fueron los medicamentos y los sobres de embutidos para paliar los días malos donde la comida era incomestible, pues allí la infraestructura hotelera era bastante escasa y deficitaria.



A la vuelta la recuperaríamos, después de tener que pasar del aeropuerto nacional al internacional donde se encontraba la maleta para poder recuperarla, fue todo un episodio, pero al final estaba allí. Habíamos viajado esta vez con una sola maleta, más grande para ahorrar bultos, además de mi maletín fotográfico que siempre va conmigo en cabina, esta vez cargué con mi cámara Canon EOS 5D con objetivos de 17/40 mm y 24/105 mm más la panorámica XPan II con la que realicé diecisiete rollos de película en blanco y negro. La próxima vez seguiría llevando dos maletas, así se comparte más el riesgo.
El circuito con las once noches de hotel y desayuno incluido nos costó esta vez 1333 €, algo más caro que la primera, en la que pensamos sería mejor, al no tener intermediarios, pero Sanatan nos la quiso jugar, ya en la entrada intentó subirnos el presupuesto que por email habíamos acordado con el hotel y transporte en Delhi. En el circuito nos gastamos unos 300 € en comidas y otros gastos, allí no hay mucho que gastar… Además Sanatan siempre se empeñaba en llevarnos a restaurantes tradicionales, que eran más baratos, pero de peor calidad, pienso que en esos a él no le daban comisión como en los otros. Es difícil el tener que lidiar con los guías, intentan siempre llevarte a su terreno.




Después de hacer las compras para el viaje nos desplazamos hacia Baliguda donde haríamos las dos primeras noches en un modesto alojamiento para visitar a los Kutia Khonda que en el viaje anterior no habíamos visto. Era muy característico sus tatuajes en la cara y pirsin en sus orejas y como preparaban grandes hojas en sus poblados para comercializarlas como base para la comida en los restaurantes. Por las mañanas te los encontrabas en sus poblados sentados en el suelo con la espalda desnuda hacia el sol.
El siguiente tramo fue hacia Rayagada donde nos hospedaríamos una noche parando por el camino en algunos poblados de los Kutia Khonda. El quinto día de circuito iríamos a Jeypore donde establecimos el campamento por cuatro noches, desde allí podíamos movernos cada día a diferentes poblados y mercados de la zona. El primer día fue el de los Dongoriya Khonda, que tenían el mercado al lado de una estación de ferrocarril y llegaban a él atravesando la vía del tren, lo cual daba un tremendo juego para captar imágenes interesantes. Por la tarde en el camino de regreso al hotel encontramos, como casi siempre escenas de agricultura cribando los cereales.


El quinto día de circuito visitamos el mercado Onukudalli, donde iba la tribu Bonda, Gadaba y Didayi, la Bonda es la que más me interesaba, tribu de habla Remo de origen austral que viven en altas colinas y sus mujeres llevan originales vestidos realizados con ornamentos de plantas de sus poblados. Los hombres no eran nada interesantes, además Sanatan nos dijo que no les sacáramos fotos que eran bastante peligrosos. Nos acercamos al camino de llegada donde podíamos hacer mejores fotos que en el mercado, donde había mucho bullicio y una luz muy mala con duras luces y sombras. A pesar de que madrugamos, las primeras fotos las hice a las ocho de la mañana, ya la luz era bastante dura. Y eso que era Enero. Todo un acontecimiento ver a las mujeres con diferentes enseres sobre sus cabezas para comerciar en el mercado, y pensar que venían con ello desde sus poblados a kilómetros de distancia.
Por la tarde de regreso al hotel paramos en algunos poblados de la tribu Gadaba y también por el camino en las habituales escenas de agricultura que encontrábamos.
Al día siguiente después de visitar algunos poblados de los Paroja, visitamos uno de los mercados más grandes del lugar, en el distrito de Koraput y por la tarde visitamos una escuela y algún otro poblado de la misma tribu.
Ultimo día de estancia en Jeypore, fuimos a ver a los Dhuruba, su poblado estaba algo lejos, salimos a las seis y media de la mañana y de camino nos encontramos a viudas que iban a un lago a echar flores a sus difuntos, en este poblado ya estuvimos en el viaje anterior, estuvimos en un mercado y de regreso en el poblado Janiguda, donde hice la imagen que irá en portada del libro dedicado a estas tribus y donde estuve a punto de sufrir un accidente de un borracho que fue a pegarme con una bomba de inflar en la cabeza sino lo para antes Sanatan. Yo estaba haciendo fotos y no me di cuenta de ello.


Salimos hacia Gopalpur, nos esperaban más de 375 kms de viaje, hicimos la primera para en un poblado Paroja donde a las ocho y media de la mañana realicé quizás la mejor foto del viaje, la que más aceptación ha tenido, siendo portada del libro “15 años de viaje”, una mujer que caminaba por un haz de luz que se formaba al pasar por una sombra con una túnica roja. Esa foto mereció la pena el duro día de camino, al llegar a Gopalpur al atardecer bajamos a la playa que estaba cerca del hotel y realizamos allí algunas fotos de la gente paseando por la orilla.
Al siguiente día nos desplazamos hacia Puri donde permanecimos dos noches para poner fin al circuito en esta zona. Al amanecer fuimos a la playa para asistir a la subasta del pescado, como luego las mujeres los cargaban en enormes cestos para llevarlos al muelle y desde allí partir hacia los diferentes puntos. Luego nos iríamos al lago Chilika y finalmente dimos con unos arrozales en un lugar con mucho verde. Puri era la zona más turística del estado y allí pudimos alojarnos en un buen hotel, Shakti Internacional, donde comer podía costarnos unas 400 rupias, al cambio eran apenas 7 €.
Al siguiente día madrugamos para estar en el poblado de pescadores de Konark antes de las siete de la mañana, había una neblina fabulosa y Sanatan se empeñó en no ir pues no entendía que la luz fuera tan buena para mi, además todavía no habíamos desayunado y ya estaba pagado, yo le dije que no importaba que pagaría el desayuno en otro lugar, muy a regañadientes nos fuimos. Estuvimos casi toda la mañana en aquel poblado marinero donde realicé un amplio reportaje con digital y películas panorámicas en blanco y negro, un gran broche de oro para despedir el viaje. La actividad era tremenda, luego fuimos a visitar un templo, World Heritage Sites, para mi carecía de interés para mis trabajos. Dimos un pequeño paseo por la ciudad y regresamos al hotel donde descansaríamos el resto de la tarde y preparamos todo para el viaje de vuelta. El último día era un pequeño tramo hacia el aeropuerto para volar a Delhi, donde llegaríamos con tiempo para resolver el problema de la maleta antes de regresar a España. Por el camino paramos algunas veces, pues había neblina ese día también, aunque Sanatan estaba loco por llegar a su casa y soltarnos lo antes posible en el aeropuerto donde nos esperaría un largo tiempo de espera. Antes nos llevó a su casa y nos presentó a su familia y ahí finalizamos un maravilloso circuito por una zona que luego no he podido repetir y para mi ha sido de las más interesantes de mis viajes, donde apenas encontré turistas en los poblados y lugares que fotografiaba. Esa es la autenticidad.


