
Era uno de mis viajes soñados, pero tenía cierto respeto por el continente africano, conflictos, enfermedades, infraestructura… Unos alumnos habían estado recientemente, Marta y Jorge, con un guía que hablaba perfectamente castellano, había estado diez años viviendo aquí y eso me animó bastante. Contacté esta vez con Agustín, otro de mis alumnos, como acompañante y juntos realizamos un viaje de doce días para visitar las tribus del Sur del país en el valle del Omo.
Para este viaje estrenaba nueva cámara la Canon EOS 6D con mejores prestaciones que la anterior y algo más pequeña y menos pesada, con los objetivos de 16/35 y 24/105 mm., también una Fuji X-Pro 1 (sensor APS) con objetivo de 18 mm (equivalente a un 27 mm) y mi panorámica X-Pan II con objetivo de 30 mm., con la que realicé seis rollos de película en blanco y negro.




Llegamos de noche a la capital Addis Abeba un 30 de noviembre y al día siguiente nos recogía Fekadu, el guía para iniciar el circuito hacia Arba Minch donde haríamos la primera noche en el hotel Paradise Lodge, con una magnífica vista sobre la sabana. Por el camino fuimos cambiando en Bancos y casas de cambio en billetes pequeños y nuevos de 1 birr para darlos luego como propina al hacer las fotos. Allí todas las fotos de pagan, negociando antes, entre 3 y 5 birr normalmente, además quieren billetes nuevos. Así que pudimos cambiar alrededor de 125 € cada uno, al cambio 2580 birr, un buen fajo de billetes que medían casi medio metro en longitud. Ese día por el camino hicimos algunas fotos de aldeas de la etnia Dorze.
Continuamos el camino hacia el río Omo, donde estaban las etnias más interesantes y este segundo día de viaje llegamos a Konso, visitando algunas aldeas por el camino y alojándonos en el Kanta Lodge Konso, ya iba bajando la calidad de los alojamientos, pero estaba aceptable, igual ocurría con la comida, cuando la cosa se ponía mal sacábamos nuestros embutidos envasados al vacío, a Fekadu le encantaban. En este día pude realizar algunas de las fotos que irían luego al proyecto final que publiqué en un libro, “Etiopía y las etnias del Sur”.




Tercer día de circuito, las carreteras se iban convirtiendo cada vez en más intransitables, pero las fotos eran mejores, las tribus de mayor autenticidad, por el camino hacia Turmi donde nos alojaríamos tres noches en el Kuska Lodge Turmi, hicimos algunas paradas para fotografiar a tribus que iban camino del mercado, los Tsemay y los Hammer, una de las tribus más interesantes, por sus vestimentas, abalorios, adornos, campanillas en sus tobillos, pulseras, grandes collares y brazaletes. Sus cuerpos están embadurnados con una pasta de barro mezclado con grasa animal, dándoles un tono rojizo. En el mercado busqué algunas localizaciones en que hubiese buena luz para caer algunos retratos de estas mujeres. Que he tenido que seleccionar su publicación pues ya sabéis que muchas redes sociales como Facebook no permiten que se vean los senos de las mujeres en las imágenes, por supuesto que en mi libro si están todas.
Por la tarde asistimos al ritual de iniciación de la tribu Hammer “El salto del toro”, cuando un joven llega a su pubertad para elegir esposa debe salta por una hilera de vacas desnudo y en ambas direcciones, si se cae, no podrá elegir esposa. Mientras las amigas de la futura esposa tocan unos cuernos y provocan a los hombres para que estos las azoten con unas finas varas haciéndoles cicatrices en su espalda, de esta forma son más valoradas y respetadas, luego se untan mantequilla para que cicatricen bien las heridas. Los amigos del novio se pintan sus caras y un brujo les lee el porvenir. Si consigue caminar sobre los lomos de las vacas le cortan el pelo y ya puede elegir esposa y habrá tres días de fiesta en el poblado. Desgraciadamente este ritual se está convirtiendo en una atracción turística por la que te cobran por asistir y tomar fotos, es el lugar donde te encuentras con más turistas.


El cuarto día nos dirigimos a la frontera con Kenia para pasar el río Omorate y visitar el campamento de los Dasenech. Ahí Agustín se dio cuenta que había perdido el pasaporte, probablemente olvidado en alguno de los hoteles al entregarlo en recepción. Tuvimos que ir a Turmi para notificarlo ante la policía, todo un acontecimiento, lo que tardó el administrativo en redactar aquel documento. El paso hacia la otra orilla lo hicimos en la mitad de la corteza de un árbol, al llegar al poblado nos esperaban ataviadas con sus mejores galas para que eligiéramos como si de un casting de modelos se tratara las mejores para fotografiar. Hacía un calor infernal y eso que eran las ocho de la mañana, las cosas eran de uralita y cubiertas con ramas, no aguantamos allí más de una hora, así que retornamos a la otra orilla y nos tomamos una Coca-Cola fresquita de esas de 300 cc en botella de cristal. Por la tarde visitaríamos un pequeño poblado de la tribu Hammer.
Al siguiente día fuimos a un poblado de la tribu Karo, junto a la orilla del río Omo, donde hice la foto del guerrero con el Kalashnikov al hombro, una de les más preferidas por el público del reportaje, aunque antes de ir me juré no hacerla. Por el camino nos encontramos con muchos y enormes termitarios.
Dejamos nuestro alojamiento en Turmi y nos fuimos a Key After donde también nos alojamos por espacio de tres noches en unas tiendas de campaña en el Eco Omo Lodge para poder visitar a la tribu Mursi, para mi los más interesantes del recorrido, que luego resultaron ser muy irascibles y peligrosos. El primer día era día de mercado y nos quedamos en Key After, en los mercados hay demasiada gente, mucho calor y mala luz, con excesivos contrastes, pero se suceden muchas situaciones interesantes.


Al otro día visitamos el primer poblado Mursi, cantidad de moscas, calor, la luz muy mala, pero había que hacer lo que se pudiera, estaba alejado y era complicado volver de nuevo a él. Por la tarde visitamos un poblado Arri que había muy cerca de nuestro alojamiento, poco interesante.
Siguiente día fuimos a otro poblado Mursi, en el que veíamos como los mismo personajes se cambiaban de atuendo para que los fotografiaremos de nuevo y cobrar así de nuevo, eran unos artistas. Por la tarde visitamos el mercado en Jinka, donde pude realizar algunos interiores interesantes, intentado pasar desapercibido con mi nueva cámara Fuji X-Pro 1, pero Fekadu nos dijo que debíamos marcharnos había demasiado gente borracha y la situación se esta poniendo peligrosa.
Comenzamos el camino de regreso por Yabelo, el peor de todos los alojamientos, apenas cabíamos en la habitación, pero allí no había otra cosa y por el camino fotografiamos la tribu de los Borena que tenían atuendos muy coloristas.
Penúltimo día de camino, estuvimos en un mercado con las tribus Borena y Somali y nos alojamos en el hotel Sabana Beach Lodge, lujazo de hotel ya más cercano a la capital.
El último día de regreso paramos en el lago Zeway donde había muchos pelícanos y no quisimos entretenernos demasiado pues Agustín debía solucionar el tema de su pasaporte para volver. Así que al llegar antes de mediodía a Addis Abeba fuimos al Consulado y de allí nos remitieron a Emigración que estaba en el extremo opuesto de la ciudad, al llegar allí había tal cantidad de gente que sería imposible nos atendieran ese día, Agustín explicó su situación y nos mandaron a un despacho, donde después de esperar un buen rato nos volvieron a enviar al Consulado. Allí insistieron en que el tema no era suyo, además el Consul no estaba ese día, había salido de viaje. Volvimos a Emigración y alguien se apiadó de él a última hora de la tarde firmándole un salvo conducto, previo pago de una cantidad de dinero para que pudiese salir del país. Luego en el aeropuerto lo hicieron de pagar de nuevo otra tasa… Pero por fin pudimos embarcar y salir para España esa noche, una gran historia que seguro le habrá contado a sus nietos.


Después de casi 3000 kms., recorridos quedé muy satisfecho del viaje, aunque dejaba la puerta abierta a otro viaje para conocer a los Surma, aunque ahí la infraestructura era peor, habría que ir en tiendas de campaña, sin luz ni agua, con un cocinero, todo eso encarecería el precio. Pero me seducía la idea.