
Llevaba ya siete años sin ir por Cuba, desde el episodio de los ciclones y me apetecía mucho volver de nuevo, además tenía medio hecho un proyecto sobre los campesinos del campo, los guajiros. Así que le escribí a mi amigo Guillermo para ir a mediados de noviembre un viaje de trece días, esta vez visitando solo Viñales y alrededores, la finalidad era profundizar en el proyecto “Guajiros”.
Mi equipo fotográfico se redujo en esta ocasión a la Canon EOS 6D con objetivos de 16/35 mm y 24/70 mm, por primera vez no llevé películas en blanco y negro.



Llegamos a La Habana un sábado al anochecer como es habitual y nos alojamos en casa de la doctora Kenia, donde estuvimos dos noches. Al día siguiente recorrimos Centro Habana y por el atardecer hicimos algunas fotos en el Malecón empleando flash que esta vez que me había llevado. Salimos hacia Viñales en la guagua de Via Azul al dia siguiente y llegamos a Viñales antes de la hora de comer para alojarnos en casa de Erwin y Maura. Por la tarde quedamos con Yoel y Guillermo para planificar la ruta de los siguientes días y fuimos a ver a nuestros amigos Maritza y Pirry. Estuvimos antes en la plantación de Benito que andaban recogiendo tabaco y esa tarde pude hacer la fotografía de la portada del libro. Nunca sabes el momento que harás una foto importante.




Al siguiente día subimos al mirador de Los Jazmines para hacer una vista de Los Mogotes, había algo de niebla pero se disipó rápidamente, nos fuimos a las plantaciones de Paco, donde las mujeres insertaban las hojas del tabaco. El resto del día caminamos por los alrededores de Viñales.
Quinto día de viaje y cuarto en Viñales, por la mañana caminamos por el valle visitando algunos guajiros en sus casas y plantaciones y por la tarde estuvimos en la fábrica de tabacos y subimos a la casa de Modesto Pelón, el más longevo de Viñales, con más de cien años, ya falleció no hace mucho. Un retrato suyo figura en el libro, ha salido en casi todos los documentales sobre esta zona de Cuba.
Siguiente día de visita por el valle en la zona del Cuajaní, fuimos a casa de Joaquín Alonso, donde solemos hacer una visita y subimos también a casa de Paco a fotografiar de nuevo. Por el Cuajaní visitamos a un señor mayor que vivía en medio de la nada, un lugar paradisíaco, había fallecido su señora y me contaba que el ya se quedaba allí, donde iba a estar mejor, la verdad es que llevaba parte de razón. Fue una conversación interesantísima, como pequeño homenaje lo he incluido en el libro conmigo en una foto junto a Guillermo. Esa noche nuestros amigos Maritza y Pirry nos invitaron a una fiesta en su casa era el cumpleaños de Pirry y allí estuvimos comiendo y bebiendo, aunque no muy tarde, al día siguiente había que madrugar para salir con Yoel de ruta. No faltó de nada, el asado de puerco, el arroz con congrí, ensalada, chicharrita…




El octavo día salimos con Yoel en su viejo almendrón a visitar San Cayetano y Puerto Esperanza, de camino visitamos la carbonería de Pupi, que todavía no había emprendido el carbón, hasta ahora no había tenido suerte, siempre que pasaba la encontraba apagada. Comimos en Puerto Esperanza como es habitual y por la tarde fuimos a ver unas peleas de gallo cerca de San Cayetano en El Gallito. El último día en Viñales subimos al mirador de los Jazmines y nos quedamos por allí cerca fotografiando a los habitantes de aquella zona, acabamos el día en la plantación de Benito, donde pude hacer una buena foto a la salida, tal como tuve la suerte de hacerla a la entrada.



Nos marchamos para la Habana donde nos quedaríamos tres noches en casa de Kenia, el primer día paseamos por Centro Habana, calle Monte y sus soportales, El Capitolio y subimos al hotel Saratoga para hacer algunas vistas desde lo alto de toda La Habana. Al atardecer visita al Malecón, como es habitual.
El último día recorrimos La Habana en un carro americano de los cincuenta que habían restaurado para los “guiris” y te llevaban hasta el Parque Almendares por todo el Malecón y otros sitios emblemáticos de la Habana, es uno de los atractivos que tiene ahora para el turismo. Luego dimos nuestro habitual paseo por la La Habana Vieja para hacer algunas compras.
Fue un gran viaje en el que di un buen empujón al proyecto, pero todavía quedaban algunas cosas más por hacer, seguía teniendo ganas de viajar a Cuba, me había devuelto mi pasión por la Isla.